jueves, 30 de enero de 2014

El Impacto Criminal de la Crisis Financiera II

Desde que la crisis financiera extendió sus efectos en nuestro país, hemos presenciado diferentes impactos en el terreno de la criminalidad. El más visiblemente precoz fue que pese a existir una reducción de la delincuencia general (a la vista de los datos oficiales), se producía un incremento del número de delitos contra la propiedad. A este respecto ya se hizo una aproximación interpretativa en un post anterior, que ahora, un año más tarde veo la necesidad de complementar, no porque dicha tendencia se mantenga, que lo hace, sino porque se observan nuevas consecuencias criminógenas derivadas de la actual crisis económica.


Por un lado puede afirmarse que aumentan los delitos contra la hacienda pública, en concreto los relacionados con el fraude fiscal. Los últimos datos del equipo técnico del Ministerio de Hacienda establece que desde 2008 el dinero negro en nuestro país ha aumentado de forma exponencial (15.000 millones de €/año) Este fraude fiscal globalizado se debe mayoritariamente a la gran existencia de la economía sumergida que parece justificarse con la reducción de los beneficios económicos a consecuencia de la crisis financiera. Parece que eludir el pago de impuestos es una práctica que encaja a la perfección con los tiempos de recesión económica pero no está exenta de consecuencias. La merma de recaudación tributaria afecta a la reducción de las ayudas asistenciales que se deben cubrir como Estado, cada vez menos Social que somos y de los servicios cada vez menos públicos, dilapidados en los últimos tiempos por parte de los políticos “mangantes” de turno, a los que cada vez les quedan menos arcas públicas que saquear. Además cabe advertir que la mayor parte de este tipo delictivo no la aglutinan ciudadanos medios al mando de profesiones liberales (pese a que se atisba una tendencia creciente de este tipo de prácticas) sino que está en manos de grandes corporaciones y empresarios que, no en pocas ocasiones, están fuertemente vinculados con el poder político y económico, hecho que todavía los hace más imparables. 


En otro ámbito, radicalmente diferente como es la violencia de género contra la mujer, también se empieza a corroborar una desastrosa consecuencia de la actual crisis.  Recientemente se han publicado algunos datos en referencia a este tipo de violencia y todos parecen indicar que hay un descenso generalizado de las denuncias, tendencia que no parece coincidir con los datos referentes a los casos conocidos, ya que el número de violaciones y homicidios a manos de la pareja sentimental han aumentado en este último año. Este hecho evidencia un macabro efecto de la crisis: el aumento de la llamada cifra negra; es decir, se aumenta la invisibilidad del maltrato puesto que se producen más casos que pese a darse en la realidad, no son conocidos por las estadísticas oficiales. La razón de ello la encontramos al analizar los factores que nos explican el porque la mujer víctima del maltrato persiste en esa relación truculenta. Entre otras causas,  vemos que la carencia de medios económicos para subsistir de manera autónoma es en muchas ocasiones un factor determinante. Pensemos que el perfil de víctima predominante es el de una ama de casa que carece de autonomía económica. Esta falta de oportunidad y de independencia apaga las expectativas de las víctimas al plantearse el abandonar el círculo de violencia, hecho que incrementa la invisibilidad del problema. El silencio de la mujer víctima lleva a potenciar la mala interpretación de esa actitud como una especie de conformidad sobre la agresión. El agresor percibe que su conducta violenta no es tan grave o incluso que no existe y ello entorpece el poder fijar una dinámica resolutiva en este aspecto. 


Además de lo anterior, las mujeres siguen aludiendo una falta de efectividad por parte del sistema jurídico y asistencial, que no permite ofrecer una ayuda completa ni una efectiva protección. Desde la criminología sabemos que muchas de las problemáticas sociales requieren más intervención que el limitado sistema judicial; dar a conocer ese hecho y proponer mejores alternativas es una de las tareas que debemos imponernos en los próximos años. Pero debemos contar paralelamente con el trabajo asistencial a las víctimas que fue notablemente reforzado a raíz de la LO 1/2004 y el cual ha ido creciendo progresivamente  hasta el momento. Ahora parece que estamos en un periodo delicado, en el que los ingresos públicos disminuyen propiciando el freno a los recursos destinados a tal efecto. Craso error! Parece olvidarse que la problemática observada es tan solo la punta del iceberg, el gusano que evidencia la putrefacción interna de la manzana; y es por ello que debería ser un ámbito en constante evolución que nos permitiese avanzar en su conocimiento, ampliar los campos de actuación y mejorar la efectividad de las soluciones propuestas.

viernes, 24 de enero de 2014

ApodoFilia


Hace apenas dos días que ha saltado a los medios la existencia de un violador en serie en la ciudad de Barcelona. La mayoría de las noticias están bien informadas y redactan sobre una correcta base teórica, algo raro cuando de temas criminológicos se trata. Pero parece que la morbosidad de  las temáticas de asesinos y violadores en serie lleva a que se haya profundizado en su conocimiento almenos a la hora de ser rigurosos con la información. Además en España contamos con muy buenos profesionales en la materia que han facilitado la rigurosidad que está caracterizando las distintas noticias que salen al respecto.

En cuanto a la publicidad de este tipo de casos, parece necesario que ante un sujeto de alto riesgo, como parece que se ha determinado al presente violador, se dé la información que facilite la toma de medidas preventivas por parte de la población, a la espera de que sea capturado e inocuizado. Pero a mi entender carecen de relevancia informativa que se den de un modo tan detallado los datos referente a la firma y al modus operandi del criminal. Alguien debería advertir a algunos redactores del efecto criminógeno que la información de tales datos puede producir. Por un lado facilitan la imitación, ya sea por placer sádico o como táctica encubridora y por otro hay riesgo de que ciudadanos enfurecidos implanten su propia justicia. 


[El hecho de que el propio violador sea conocedor de sus errores, mediante las noticias, en este caso concreto, no parece del todo seguro que tenga que ser criminógeno. Ante un sujeto tan impulsivo y poco premeditado como el que parece que es, podría incluso ser algo que le volviera más nervioso y por consiguiente más visible y por tanto detectable.]


Además resulta del todo innecesario que se le apode tan rápido de un sobrenombre. ¿Quién inventará los apodos de los asesinos y violadores? Qué aporta cuando el caso criminal es tan reciente cómo el actual? Ni siquiera desde un punto de vista clasificatorio. El arma utilizada no siempre es el dato que más categoriza a un criminal, además no es un arma tan inverosímil en estos delitos como para ser destacado. A mi entender es una artimaña más de la mediatización y el sensacionalismo. Se potencia a crear un dramatismo innecesario, sobretodo para solucionar el caso. No estamos ante un documental sensacionalista para describir a un violador del pasado, sino ante un caso todavía no resuelto y encima de una peligrosidad relevante. La ansia de mediatización vence en la mayoría de las ocasiones. Queremos apodar inmediatamente al criminal antes de saber quien es. Preferimos tener alguien de quien temer que conocer objetivamente ante que tipo y en que grado de peligrosidad estamos. 

Del mismo modo se ha dado una muy mal gestión de las imágenes y ha sido un error su difusión. Ya no importa quien las haya filtrado a los medios sino la poca reflexión que estos han tenido al publicarlas. El ansia de anunciar lo que sea les ha llevado a publicar una imagen borrosa de un chaval delgado y moreno. La mala calidad hace que no se pueda extraer ningún dato relevante. Además se ha de pensar que la sociedad no tiene la preparación policial necesaria, ni la calma y visión de un analista, sino más bien lo contrario. Estamos ante una población cada vez más reaccionaria y menos "premeditativa", y más cuando se trata de infanticidas o violadores. Por ello creo que se debería ser muy cauteloso en este caso ya que de lo contrario y con imágenes tan poco determinantes como las actualmente publicadas, solo se pone en peligro a todos los jóvenes en las que concurran dichas características de ser objeto de linchamiento público e irracional.

Aunque hay verdaderos profesionales del periodismo, hay otros tantos que se rinden al sensacionalismo que da el describir el crimen, evidenciar el sufrimiento de la víctima, o como es el caso, crear un apodo. Dejarnos llevar por evocación cinematográfica que provocan esas descripciones comporta que acabemos teniendo un desconocimiento generalizado de los temas camuflado entre detalles e historietas morbosas. Centrémonos en informar. Y una vez solventado el problema, ya habrá tiempo para estudiarlo, catalogarlo y conseguir un best seller con la novela de turno “basada en hechos reales”.

Noticias de referencia:  
El Periódico 24/01/14 
La Vanguardia 23/01/14