A día de hoy vivimos en una
sociedad que no se entiende sin la existencia ni utilización de las nuevas
tecnologías, en las que Internet es la prima donna. Escribiendo desde un blog
resultaría inútil negar la evidencia, como igual de innegable son las facilidades que los avances en
electrónica y tecnología dan a nuestra vida cuotidiana. Sin embargo, en la otra
cara de la moneda encontramos esa misma facilidad para llevar a cabo conductas
desviadas y dentro de éstas, para los delitos. Es interesante ver dicha sinergia
en uno de los ámbitos delictivos que más ha proliferado en los últimos tiempos:
los agresores sexuales infantiles.
El perfil del pedófilo y del
pederasta se ha visto modificado en cuestión de unos aproximadamente 15 años.
Por lo general nos encontrábamos con personas solitarias, que vivían aisladas
con su particular preferencia sexual, que mantenían oculta a la sociedad.
Internet y su conexión anónima, y a la vez masiva, con el mundo ha permitido,
entre otras cosas, que se normalice la transmisión de archivos de pornografía
infantil creando nuevos y muy variados perfiles y prácticas que van desde los
propios creadores del material pornográfico (que cada vez son menos solitarios
y más camuflados en la sociedad), hasta el individuo que únicamente visualiza
pornografía infantil sin la intención de tocar jamás a un niño, o el que
solamente se conforma con fantasear mediante archivos de animación o ficción.
Internet a ayudado a la evolución
del perfil pederástico debido a que abre el campo de actuación, da la facilidad
de acceso a material moralmente inaceptable, y eso crea que las barreras
mentales sean más vulnerables y sencillas de saltar. Como resultado obtenemos
una heterogeneidad del perfil de pedófilo, así como un aumento y
diversificación de las prácticas ya que los instrumentos necesarios para
perpetrar tales delitos como puede ser un móvil, una cámara de fotos, conexión
a la red… son ya a día de hoy por todos accesibles. Tampoco hemos de olvidar
que el terreno de la informática requiere de una técnica y conocimientos
especializados, ello también es clave a la hora de adivinar el perfil actual,
el dominio de técnicas de encriptación, rastreo... es habitual entre los nuevos
pedófilos y pederastas.
Una de las prácticas de nueva
creación que ha traído la tecnología es el llamado grooming. El acto que lleva a cabo un adulto para establecer un
vínculo afectivo con menores vía Internet, para después extorsionarlos con la finalidad de obtener una
satisfacción sexual ya sea con imágenes eróticas o pornográficas del menor, o
incluso como preparación para un encuentro sexual. El código penal recoge este
delito desde la reforma de diciembre del 2010. Sin embargo también han
proliferado otras prácticas que quedan en el límite de lo ilegal, aunque no sin
que haya controversia al respecto sobre si perseguirlo o no. Ejemplo claro de
esto último es el llamado Hentai (cómics
pornográficos) donde encontramos tipologías tan evidentes como el Lolicon, en la que se presentan
relaciones sexuales con preadolescentes o niñas prepúberes con varones que
doblan y triplican su edad, o el Toddlercon,
donde los niños representados suelen ser menores a los 6 años. O la
modificación de fotografías de carácter comercial e inofensivo en pura apología
de la pederastia, así como webs pertenecientes a asociaciones legales y
visibles en la que su lema es “la propagación del amor a los niños” como es el
caso de los boylovers.
Ejemplo casto de Toddlercon |
Sería útil reducir la brecha
digital que se da entre generaciones, hacer llegar a los padres de los
menores los conocimientos necesarios para que puedan ejercer un control
informal efectivo. Los padres han de ser conscientes de las dinámicas que se dan en Internet, no para prohibirlo, sino para estar atento. Un simple control rutinario bastaría para evitar gran parte de casos. De igual manera debería ponerse énfasis en los centros
educativos sobre el correcto uso de las tecnologías y sobre cómo defenderse uno
mismo de caer bajo los peligros de la red. El menor ha de aprender también que peligros entraña la red para estar alerta, una navegación segura se consigue básicamente con el conocimiento del propio usuario a protegerse. Que no se trabaje en la prevención
de un modo correcto hace complejo que lleguemos a dar con una solución eficaz.
Y si a esta carencia, le sumamos el difícil control de las mencionadas
prácticas que se dan rozando la ilegalidad, podemos afirmar que la erradicación
del problema está lejos de llegar. Pero afortunadamente, tampoco lo harán los
debates y reflexiones al respecto.