martes, 9 de octubre de 2012

Pederastia e Internet: Más que amigos.


A día de hoy vivimos en una sociedad que no se entiende sin la existencia ni utilización de las nuevas tecnologías, en las que Internet es la prima donna. Escribiendo desde un blog resultaría inútil negar la evidencia,  como igual de innegable son las facilidades que los avances en electrónica y tecnología dan a nuestra vida cuotidiana. Sin embargo, en la otra cara de la moneda encontramos esa misma facilidad para llevar a cabo conductas desviadas y dentro de éstas, para los delitos. Es interesante ver dicha sinergia en uno de los ámbitos delictivos que más ha proliferado en los últimos tiempos: los agresores sexuales infantiles.

El perfil del pedófilo y del pederasta se ha visto modificado en cuestión de unos aproximadamente 15 años. Por lo general nos encontrábamos con personas solitarias, que vivían aisladas con su particular preferencia sexual, que mantenían oculta a la sociedad. Internet y su conexión anónima, y a la vez masiva, con el mundo ha permitido, entre otras cosas, que se normalice la transmisión de archivos de pornografía infantil creando nuevos y muy variados perfiles y prácticas que van desde los propios creadores del material pornográfico (que cada vez son menos solitarios y más camuflados en la sociedad), hasta el individuo que únicamente visualiza pornografía infantil sin la intención de tocar jamás a un niño, o el que solamente se conforma con fantasear mediante archivos de animación o ficción.

Internet a ayudado a la evolución del perfil pederástico debido a que abre el campo de actuación, da la facilidad de acceso a material moralmente inaceptable, y eso crea que las barreras mentales sean más vulnerables y sencillas de saltar. Como resultado obtenemos una heterogeneidad del perfil de pedófilo, así como un aumento y diversificación de las prácticas ya que los instrumentos necesarios para perpetrar tales delitos como puede ser un móvil, una cámara de fotos, conexión a la red… son ya a día de hoy por todos accesibles. Tampoco hemos de olvidar que el terreno de la informática requiere de una técnica y conocimientos especializados, ello también es clave a la hora de adivinar el perfil actual, el dominio de técnicas de encriptación, rastreo... es habitual entre los nuevos pedófilos y pederastas.

Una de las prácticas de nueva creación que ha traído la tecnología es el llamado grooming. El acto que lleva a cabo un adulto para establecer un vínculo afectivo con menores vía Internet, para después extorsionarlos con la finalidad de obtener una satisfacción sexual ya sea con imágenes eróticas o pornográficas del menor, o incluso como preparación para un encuentro sexual. El código penal recoge este delito desde la reforma de diciembre del 2010. Sin embargo también han proliferado otras prácticas que quedan en el límite de lo ilegal, aunque no sin que haya controversia al respecto sobre si perseguirlo o no. Ejemplo claro de esto último es el llamado Hentai (cómics pornográficos) donde encontramos tipologías tan evidentes como el Lolicon, en la que se presentan relaciones sexuales con preadolescentes o niñas prepúberes con varones que doblan y triplican su edad, o el Toddlercon, donde los niños representados suelen ser menores a los 6 años. O la modificación de fotografías de carácter comercial e inofensivo en pura apología de la pederastia, así como webs pertenecientes a asociaciones legales y visibles en la que su lema es “la propagación del amor a los niños” como es el caso de los boylovers.
Ejemplo casto de Toddlercon
A la vista de la situación, los métodos para prevenir y para detectar a estos criminales, así como las disposiciones legales, destinadas básicamente a disminuir la comisión de los delitos también han ido surgiendo. Ejemplo de ello es el artículo 183 bis. de nuestro código penal que recoge la práctica de grooming. O la llamada “desprofesionalización” para los actos relacionados con pornografía infantil, es decir, tratar como irrelevante el ánimo de lucro para considerar como delito el intercambio de material pedófilo. El simple intercambio o tenencia, aún sin contraprestación económica ya es delito. Desde mi punto de vista no es suficiente con cubrir el ámbito legal. No solo la ley acabará con el problema.

Sería útil reducir la brecha digital que se da entre generaciones, hacer llegar a los padres de los menores los conocimientos necesarios para que puedan ejercer un control informal efectivo. Los padres han de ser conscientes de las dinámicas que se dan en Internet, no para prohibirlo, sino para estar atento. Un simple control rutinario bastaría para evitar gran parte de casos. De igual manera debería ponerse énfasis en los centros educativos sobre el correcto uso de las tecnologías y sobre cómo defenderse uno mismo de caer bajo los peligros de la red. El menor ha de aprender también que peligros entraña la red para estar alerta, una navegación segura se consigue básicamente con el conocimiento del propio usuario a protegerse. Que no se trabaje en la prevención de un modo correcto hace complejo que lleguemos a dar con una solución eficaz. Y si a esta carencia, le sumamos el difícil control de las mencionadas prácticas que se dan rozando la ilegalidad, podemos afirmar que la erradicación del problema está lejos de llegar. Pero afortunadamente, tampoco lo harán los debates y reflexiones al respecto.