viernes, 8 de marzo de 2013

Obras Criminológicas III "Te doy mis ojos"



La violencia doméstica, y en concreto la de género, es uno de los temas que más preocupación suscita en la sociedad española. Por ello, no es de extrañar que sea un tema recurrente en las distintas creaciones artísticas, ya sea en el cine, la literatura o la música.  Al final del artículo podréis consultar todo un listado de libros, canciones y películas relacionadas con el maltrato machista, pero hay una obra que merece la pena ser destacada, y es sin duda el film “Te doy mis ojos”.

La película de Icíar Bollaín es una explicación exacta del truculento ciclo en el que se ve sumergida una víctima de violencia de género. De hecho, todas las asociaciones de mujeres maltratadas coinciden en catalogarla como la película, que a día de hoy, mejor refleja esta realidad. Como dato curioso, es interesante destacar que muchas de las mujeres que han visto la película y que ha su vez habían sufrido episodios de maltrato, les ha costado mucho tiempo ver con otros ojos a Luís Homar que encarna de forma espléndida el papel de maltratador, hasta el punto que les resultaba creíble que él fuera un ser idéntico al agresor, que una vez amaron y que tan mal se lo hizo pasar. 

Pero más allá de alabar la perfecta descripción que brinda la película sobre los diferentes perfiles partícipes en el maltrato  o el cuidado análisis que se hace de la problemática, mi intención es dar a conocer un hecho que los psicólogos han destacado de tremenda utilidad para el tratamiento de las víctimas: Explicar y hacer entender la dinámica del maltrato a la persona que lo sufre, resulta potencialmente efectivo. De hecho, se establece como el primer paso del auxilio victiminológico.

A pesar de que la película es del 2003, lo que nos cuenta no es algo nuevo. El ciclo de la violencia doméstica ya fue explicado en 1979 por la psicóloga forense Leonore Walker que lo categorizó en tres fases que se repiten una y otra vez lo que comporta una revictimización constante:

  • En un primer momento tenemos la fase en la que el trato es correcto, incluso agradable, pero en el que empieza a existir una acumulación de tensión y el ambiente se torna delicado. El agresor empieza a mostrarse irascible, va poco a poco mostrando su cara más perversa con pequeños detalles de poder y control sobre la pareja, mientras que ésta empieza a experimentar un clima de “walk on egghells” (caminar sobre cáscaras de huevo) La víctima está con un alto grado de vigilancia sobre lo que dice y hace para no molestar y con ello intentar no despertar a la bestia.
  • Inevitablemente ya sea porque la sopa está fría, porque no se ha contestado al teléfono o porque se ha puesto una falda corta, la tensión acumulada desencadena en una violencia física, en un maltrato grave y concreto contra la integridad física.
  • Una vez ha pasado la fase aguda de maltrato tiene lugar la llamada “luna de miel” La víctima por lo general adopta una posición de distancia y el agresor calmado, intenta recuperarla pidiéndole perdón, prometiendo que no volverá a ocurrir, que todo cambiará... Ésta es la fase más perversa del ciclo ya que es la que va invulneravilizando al sujeto maltrato que considera que un cambio es posible, pero solo hace que provocar la revictimización del maltratado, que acaba entrando de nuevo en este círculo vicioso.

Hemos de pensar que en muchos de los casos, la víctima no es consciente del remolino sin fin en el que  está inmersa y esto es debido al tipo de sinergia que se crea sobretodo por la fase de luna de miel que es lo que más trastoca la toma de decisión. La película muestra de forma clara y detallada, en sus casi dos horas de duración, este ciclo de violencia y por ello la hace tan útil como instrumento para la concienciación para las víctimas. 

Pese a todo, y como ya se ha hecho referencia, contamos con un gran legado creativo sobre está temática. Como broche final expongo una pequeña recopilación de obras:






Novelas
- Algún amor que no mate de Dulce Chacón
- …con locura de Sylvain Ricard
- La segunda mujer de Luisa Castro
- Roseanne de Per Wahlöö y Maj Sjöwall
- Quiereme bien: Una historia de malos tratos de Rosalind B. Penfold
- Un asesinato piadoso de José Maria Guelbenzu
- Palabras envenenadas de Maite Carranza




Canciones
- Un extraño en mi bañera (Ana Belén)
- Salir corriendo (Amaral)
- Luka (Suzanne Vega)
- No dudaría (Antonio Flores)
- Ángel de amor (Maná)
- Malo (Bebe)
- Bondad o malicia (Falsa Alarma)
- María (Pasión Vega)
- El final del cuento de hadas (El chojín)





Películas
- Madame Brouette de Moussa Sene Absa (2002)
- Nunca más de Michael Apted (2002)
- Solo mía de Javier Balaguer (2001)
- Él de Luís Buñuel (1953)
- Antigua vida mía de Héctor Olivera (2001)
- Celos de Vicente Aranda (1999)
- No sin mi hija de Brian Gilbert (1990)
- El color púrpura de Steven Spielberg (1985)
- Durmiendo con su enemigo de Joseph Ruben (1991)

miércoles, 23 de enero de 2013

Cosas Que No Funcionan: Hablar de Drogas


En el terreno de la educación juvenil, las drogas es un tema al que siempre se le mira con respeto, incluso me aventuraría a decir que con cierto miedo. Quizás por ello, las personas nos atribuimos la carga moral de “hacer algo”, de intervenir en el adolescente. La sociedad, en su mayoría, siente la necesidad de advertir a los menores sobre el consumo de sustancias tóxicas. De hecho, la gran mayoría de los lectores conocerán la práctica enfocada a la prevención que basa su tarea en informar por múltiples vías sobre el mundo de las drogas y las consecuencias perjudiciales que las mismas provocan: Conferencias, grupos de debate, charlas educativas en las aulas... Todas esas prácticas no son más que una adaptación de un programa de prevención estadounidense llamado DARE (drug abuse resistance education).  Dicho programa surgió durante la década de los ochenta por una iniciativa comunitaria a raíz de una campaña de prevención del consumo de drogas y su estrategia se basa en realizar sesiones en colegios para ofrecer información sobre las drogas, las consecuencias de su consumo, sus efectos y advertir de los elementos negativos.

Desde la criminología clínica, la cual ha sometido a evaluación en reiteradas ocasiones el programa de prevención DARE, ha determinado que no solo es ineficaz, sino que en ocasiones resulta contraproducente, llegando no solo a no mejorar la situación de los adolescentes sino que incluso provoca el incremento de las cifras, siendo peor el remedio que la enfermedad. El problema es que dichos programas se mantienen debido a la buena opinión pública de la que gozan. Creemos que tener informados a los jóvenes les protege y además, quien lo hace se siente mejor que no interviniendo. Todo ello deja en manos de psicólogos, criminólogos y demás profesionales tener que luchar día a día en el desmontaje del saber popular, que en ocasiones no se ajusta a lo deseable para la mejora de nuestra sociedad. 

Es lógico, debido a nuestro instinto protector, querer dar toda la información necesaria y exponer nuestra visión de los riesgos. Intentamos advertir de los peligros; peligros que conocemos debido a la experiencia y esa experiencia es en parte la que nos da unos determinados valores, la que se nos forma en un momento existencial concreto, la que nos hace ser como somos en el futuro. Los problemas no se pueden ver de la misma forma si no se han vivido por uno mismo. El error fundamental de atacar a los adolescentes por esta vía, es obviar la etapa vital que están viviendo. Por un lado, el  grupo poblacional al que se destina el programa, es todavía inmaduro, no está preparado para recibir explicaciones tan explícitas. Además, estamos hablando de temas atrayentes durante la juventud, mundos tremendamente atractivos para una mente joven, que está deseosa de descubrir, experimentar y conocer lo prohibido. Exponer ese mundo sin tapujos no hace más que incrementar las ganas de conocerlo, o incluso de creer que se conoce, y aún así arriesgarse, porque en esa edad, “es lo que mola”, teniendo además una retadora idea de control del tipo “yo no acabaré como el pringao de la charla, yo controlo”

Entonces, sabiendo todo esto ¿qué hacer? Desde la criminología se propone como mejor vía educativa, dotar a los jóvenes de herramientas de juicio para que sean ellos mismos los que tomen sus propias decisiones. Elegir decir no por decisión propia es más potente que cualquier terapia inhibitoria. Dicho  enfoque es mucho más complicado de llevar a cabo ya que requiere de un trabajo constante y de tipo multidisciplinar. Para ello se necesita de una colaboración fluida por parte de todos los campos que rodean a los adolescentes, tanto la escuela como la familia, (y de un modo más idealista, la televisión, las instituciones públicas -tan amantes de la errónea publicidad Drogas No- y demás influencias juveniles) deben ir al unísono e involucrarse desde el inicio en la enseñanza de mecanismos de autocontrol, de valoración y toma libre de decisiones. Centrémonos en ser los referentes en los que queramos convertir al adolescente. Dejando que los jóvenes se equivoquen y dando buen ejemplo cómo modelo parental o educativo podremos conseguir más, que siendo anunciadores del mal y prohibiendo mundos atractivos antes de que sepan, por ellos mismos, a lo que se enfrentan.






PD: Existe una entidad llamada Energy Control. Surgida hace 10 años se encarga de dar otro enfoque mucho más acertado en cuando a la prevención del consumo de drogas, o como lo definen ellos, para la reducción de riesgos. Su charlas a menores tienen este enfoque de dar a herramientas de decisión. Mas info en: http://energycontrol.org/




sábado, 15 de diciembre de 2012

True or False



Un sabio dijo una vez: “La mentira es lo que prolonga el tiempo de una relación en crisis”, y es cierto. Tan cierto como que la mentira nunca resta oculta y casi siempre puede ser detectada. En ello se basa la parte de la psicología jurídica que se ocupa de la detección de la mentira y la validación del testimonio. En concreto es el estudio de la comunicación no verbal (CNV) el que más pistas nos dará acerca de cuando una persona no dice la verdad.

Es conveniente advertir que en psicología jurídica se distingue entre dos tipos de falsedad. Una cosa es el testimonio que dice algo no cierto, pero sin embargo cree realmente que lo que está diciendo es verdad y la otra aquel testimonio que miente deliberadamente. En el primer caso el testimonio no es mentiroso sino que cree conocer algo que es mentira. En su recuerdo interfieren distorsiones cognitivas, sesgos en la percepción, errores de memoria… Lo que este artículo aborda es el segundo caso, es decir, al testigo mentiroso que sabe de la falsedad de lo que dice.

Volviendo a la CNV. Conviene advertir que más del 80% de la información que emitimos al resto de personas, la hacemos con elementos no verbales, ya sea mediante expresiones faciales, el contacto visual, el lenguaje corporal, el contacto físico o nuestra apariencia física y vestimenta. E igual que nuestra emisión de información en ocasiones es involuntaria, parte de la captación de esa información también se produce de un modo inconsciente. Debido a esto, para quien es experto en lenguaje no verbal y domina el arte del interrogatorio policial, el engaño no supone problema alguno, es como sumar. Pero es más curioso saber  que entre conocidos la mentira es casi siempre detectable de un modo inconsciente. Al mentir a nuestra madre, padre o amigos íntimos, lo más probable es que, pese a no conocer los factores observables que demuestran la falta de sinceridad, perciban que estamos mintiendo.

Mentir correctamente es excesivamente complicado ya que se deben controlar muchos factores a la vez para no ser descubierto. A nivel fisiológico se entra en un estado de ansiedad (mayor o menor dependiendo de la persona) que se manifiesta aún levemente con: aumento de la tasa cardíaca y respiratoria, rubor, sudoración de la piel o reseco de boca así como la dilatación pupilar.  En este punto conviene advertir que estos cambios fisiológicos no son determinantes ya que puede darse en personas sinceras pero con altos niveles de ansiedad cuando ve que se sospecha de ellas. Pese a decir la verdad se ansían. Es algo parecido a lo que les ocurre a algunos abstemios que tiembla al ser requeridos por la policía a un control de alcoholemia, pese a saber que no han consumido licor alguno. O el nerviosismo que te domina al pasar por el arco de metales de los aeropuertos pese a no llevar ninguna arma.

En cuanto a la, ya famosa, CNV hay varios factores que podemos detectar:
  • Al mentir, la persona, por herencia psicogenética, tiende a esconder la boca del oyente. La parte por donde se verbaliza la mentira. Es por eso que signos como taparse la boca, frotarse el ojo o la nariz (en estos dos últimos casos también son actos que tienen relación con ese cubrimiento de la boca ya que hay una inclinación de cabeza donde la boca tiende a esconderse hacia el pecho o la mano queda entre la boca y los ojos del oyente) son atribuidos a la mentira.
  •  La ansiedad y tensión en la que se entra cuando se miente llevan a producir una serie de signos gestuales que denotan mentira: Hay un menor contacto ocular, menor alegría en la expresión facial,  se hacen gestos de boca desagradables, pocas afirmaciones de cabeza y excesiva gesticulación. Todo ello son consecuencias de la ansiedad y tensión  en la que se entra cuando se miente. Además, se ha descubierto que en los hombres mayoritariamente se produce un bloqueo corporal, no siendo tan evidente en mujeres.
  • Fijándonos en la proxémica la persona persuasiva y creíble es tendente a las distancias cortas y el mentiroso tiende a una menor inclinación hacia el oyente ya que busca establecer la mayor distancia posible.
  • Vocalmente la menor fluidez verbal, la mayor latencia de respuesta y el tono agudo de voz son indicios codificados como engañosos.
Como tercer campo de análisis sobre la mentira, encontramos el contenido verbal del la persona deshonesta. Para ello se centra en  las llamadas huellas de la memoria. Es decir, en cómo se fijan en nuestra memoria los datos. Esa huella es diferente si los hechos son externos a la mente, es decir, los hemos experimentado y por tanto son reales, a si los hechos son imaginados. La persona cuando verbaliza una recuerdo de origen externo, su exposición, posee mas explicaciones contextuales, más detalles semánticos y sensoriales. Sin embargo cuando se recuerda algo inventado la información es más genérica, creada y propia de la persona que habla, no se da casi una explicación del contexto ni la narrativa incluye grandes explicaciones sobre los sentimientos y sensaciones.

En conclusión, si vas a mentir, piénsatelo dos veces, lo más probable es que seas descubierto. 



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los mitos mas extendidos sobre psicópatas


Aunque a mi pesar, cuando los criminólogos queremos ser escuchados, tenemos a nuestra disposición una carta comodín, un tema siempre atrayente: Los psicópatas. Películas, series, historias, noticias y despropósitos varios hacen de éste, un tema siempre en boga. Junto al interés que despiertan los protagonistas, se ha ido conformando una cultura popular alrededor de la figura del psicópata. Cultura que no está exenta de errores ya que, los discursos populares no se renuevan a la vez que lo hace la ciencia mediante sus avances, que día a día van descifrando este complejo enigma. Hay cosas de ellos que creemos saber, pero que distan de la realidad, como ésta, lo hace de la ficción. Desmontemos las más populares.

“SON INTELIGENTES”

La visión mayoritaria del psicópata tipo es la del asesino inteligente. Se tiende a pensar que tienen un coeficiente intelectual superior a la media. Pero no es cierto en absoluto. El psicópata se mueve por instintos, no tienen vínculo emocional y pese a que piensa poco, cuando lo hace siempre es para satisfacer su objetivo instintivo. Solo piensan en como conseguirlo. Además, su personalidad fría, atractiva y manipuladora les hace parecer más inteligentes de lo que en realidad son. Todo y así no se descarta la posibilidad de que podamos encontrarnos con alguien análogo a Hannibal Leckter; pero en ningún caso se debería a una capacidad innata que va unida a la psicopatía. Nada tiene que ver. Diferentes son aquellos psicópatas que nacen en un ambiente culto. Al disponer de oportunidades para desarrollar su intelecto, es posible que adquieran ciertas capacidades intelectuales, las cuales podrá usar en pro de sus intereses instintivos. Sería, en este último caso, el contacto con un ambiente favorable al fomento intelectual, lo que daría explicación a la existencia de un eventual psicópata “inteligente”.

“SIEMPRE ACABAN DELINQUIENDO, AGREDIENDO, MATANDO…”

El psicópata no tiene porque ser asesino. Los expertos afirman que entre el 0,5 y el 1% de la población sufre de psicopatía, de ser cierto, significaría que estamos ante la existencia de, entre 35 y 70 millones de psicópatas en todo el mundo. Es evidente que no todos acaban matando. Lo que si que es cierto es que los psicópatas acaban provocando siempre daños, pero pueden ser de todo tipo (económico, psicológico, físicos) y grado (leves, graves, muy graves) Los casos que contienen daños físicos de mayor envergadura, son los que salen a la luz pública y los que acaban por fijarse en la retina de los ciudadanos, aceptándolo como un rasgo común. 

Ya en 1948, Harvey Checkley, uno de los grandes estudiosos sobre la materia, describía a una tipología de psicópatas denominados “exitosos”. Determinó que la psicópatía también consistía en un estilo disfuncional de personalidad, y que éste, era bastante prevalente entre la población general (1%) Se tratarían de psicópatas con una adaptación social positiva, que les diferenciaría del psicópata antisocial. Los exitosos pueden acabar siendo médicos, abogados, políticos o gente con una aparente vida “normal” que, pese a ser personas irresponsables e indignas de confianza, no acabarán delinquiendo ni en prisión, como ocurre con los psicópatas propiamente antisociales.


“SUS ASESINATOS SON SIEMPRE ESPECTACULARES Y SANGRIENTOS”

Aunque cinematográficamente este sea un elemento muy recurrente, la psicopatía no es algo que dé explicación a este tipo de crímenes. Detrás de un caso sangriento, brutal, o desproporcionadamente violento, normalmente se acaba encontrando un trastorno mental, y no uno de personalidad. La psicopatía, como “constucto” (síndrome complejo), se asemeja más a un trastorno de personalidad. Si es cierto, que la falta de empatía emocional da rienda suelta a la crueldad, pero el psicópata solo la desarrolla si con ello consigue algo a cambio. En ocasiones, el psicópata cuenta además con algún trastorno mental, y es alrededor dicha enfermedad, cuando solemos encontrar atrocidades tales como amputaciones, desmembramientos, profanaciones, etc. Esos casos, aunque una minoría, son los que se mediatizan con el fin de alimentar a una sociedad morbosa (de la que no me diferencio), pero a la vez, creando un falso “vox populi” que acaba confundiendo el concepto de psicopatía. 

“NO TIENEN EMPATÍA”

En este caso, nos encontramos con una verdad a medias. Es cierto que el psicópata tiene una desconexión con la capa del cerebro que está relacionada con las emociones, el Paleopalio. Son personas carentes de respuesta emocional y ello les inhabilita en el terreno de la empatía. Lo que ocurre es que la empatía tiene dos vectores: la emocional y la cognitiva. La empatía cognitiva consiste en la capacidad para entender los sentimientos de otra persona, aún no sintiendo dichos sentimientos. La empatía emocional sería la de poder experimentar la misma emoción que otra persona. Los psicópatas pueden aprender a descifrar los códigos conductuales para entender si una persona siente amor, miedo, tristeza… y de la misma manera pueden aprender a aparentar esos sentimientos, si la situación lo requiere (para su carácter manipulador y parasitario es completamente útil conocerlo y pensar en ello) Pero es cierto que nunca podrán sentir esa emoción; siendo ésta, una de las características más evidentes para empezar a detectar el trastorno.

“SON INCAPACES DE CONTROLAR SUS IMPULSOS”

Se suele asociar instinto a impulso. Al ver al psicópata como un ser que se dedica exclusivamente a satisfacer sus instintos, inevitablemente pensamos que está al servicio de los mismos. Se piensa que el psicópata no puede contener los impulsos que le llevan a satisfacer sus instintos. Pero no es del todo cierto. Si que podemos encontrarnos con psicópatas altamente ansiosos o que se muevan de forma inmediata para satisfacer sus necesidades instintivas, pero normalmente nos lo encontraremos cuando el psicópata no haya aprendido otra cosa, y no tenga las herramientas necesarias en su vida para actuar de un modo diferente.

La impulsividad en la que piensa la mayoría, la que sería más propia de un ansioso o un paranoide, no tiene porque estar presente en la psicopatía. Esto está fundamentado en que la psicopatía es el único trastorno que comporta una agresividad instrumental. Es decir, aquel psicópata que utiliza la violencia sólo en función de lo que quiere conseguir, cuando necesita algo, controlando su uso e intensidad. En contraposición a lo que sería el ejercicio de la agresividad reactiva o impulsiva, que surge sin control ante un "output" determinado. Este tipo de violencia también se encuentra en la psicopatía, por lo que no sería raro ver actos de impulsividad en psicópatas, pero no de una manera tan frecuente como se cree. 

“NO PODEMOS REINSERTARLOS”

Es cierto, por el momento no hay una solución para la psicopatía. En gran parte se debe a que estamos ante un problema físico producido por un desarrollo cerebral deficitario, lo que hace a cualquier terapia infructuosa. De hecho, si un psicópata se somete a un tratamiento destinado a la reinserción se consigue un peor resultado, ya que aprenden mejor como han de comportarse para pasar desapercibidos y parecer “curados”. Actualmente se sabe que el único elemento de la psicopatía que puede solucionarse, aunque no es nada fácil, es el de la antisociabilidad. Pero parece ser solo un parche, ya que la persona seguirá siendo como es, pero al menos aprenderá a usar vías no delincuenciales.

[Por ejemplo, el violador de Bellvitge dijo “yo con las mujeres, o pagando, o pegando” eso evidenciaba que no tenía asumido otras vías de relación, no tenía herramientas de interacción social, no las había aprendido. Y como tampoco sentía remordimientos por usar las formas antisociales de relación, tampoco las cambiaba ni hacía por aprender de nuevas. Quizás de haberlas conocido, estaríamos hablando igualmente de un misógino pero no de un violador.]

Los expertos no se resignan a encontrar otro tipo de soluciones. Se está empezando a pensar en la prevención. Por un lado se está trabajando para detectar en niños o adolescentes los rasgos propios de psicopatía, y así "prepararse para lo que pueda venir". El tratamiento de estos sujetos requiere fundamentalmente de terapias cognitivo-conductuales que den al menor una formación de valores y conductas para que aprendan a desarrollarse entre unos límites y parámetros éticos y morales, aunque ellos no sientan esa moral como tal.



En una vertiente más "pro-ficción" encontramos corrientes de investigación neurobiológica con la pretensión de encontrar razones exactas que expliquen esa anómala formación del cerebro, que lleva a los psicópatas a ser como son. Una rama que centraría su análisis en el periodo prenatal, durante la formación del ser humano, y que de encontrar resultados concluyentes, podría dar instrucciones a seguir durante la gestación, con la finalidad de reducir el riesgo de dar a luz a un potencial psicópata. Pero eso ya es, indudablemente, otro cantar. 


jueves, 29 de noviembre de 2012

Obras Criminológicas II "Carrie"



Carrie nos muestra la historia de una chica de 17 años que vive con su madre, una católica radical que la maltrata desde hace años. El ambiente en su casa está regido por las amenazas y la negación propio del catolicismo mas extremo. Carrie crece como una persona insegura, con fuertes creencias religiosas injustificadas y además viste de forma anticuada cosa que provoca que en el colegio sea rechazada desde el primer día. Después de una serie de acontecimientos traumáticos la historia acaba en una inesperada catarsis: La aniquilación de centenares de personas y un pueblo reducido a cenizas. 


Carrie es un libro, que pese a pertenecer al género del suspense y del terror, cuenta una historia dramática que podría ser totalmente verídica. Aunque se escribió en 1974 nos cuenta un problema que a día de hoy, y por desgracia, permanece y es objeto de noticia en periódicos y telediarios. La novela está acorde con los estudios y conclusiones realizadas en la materia. Todo ello hace de este libro, no solo una obra maestra en su género, sino una buena explicación criminológica sobre el sentimiento de anomia, y una de las consecuencias más destructivas en las que puede desembocar. Si eres de las personas a las que les gusta adentrarse en cualquier narración sin conocer datos que puedan influir en su valoración y disfrute, no sigas leyendo. Pero es digno de recalcar, los posibles factores violentos que pueden darse en casos protagonizados por los llamados "School Shooters", y que esta novela nos muestra. 

Violencia Intrafamiliar 

La agresora en éste caso es la madre, que ejerce una violencia sobretodo psicológica. El libro la describe como una persona desquiciada que vive por y para la religión, siendo las normas católicas más extremas, las que la llevan a ejercer un maltrato constante y destructivo. Según los estudios sobre madres maltratadoras, sólo se atribuyen como causa a alteraciones psicológicas, un bajo porcentaje del total de ellas; la mayoría no tienen trastorno mental, pero si presentan factores de riesgo que las llevan a situaciones emocionales inestables. En el caso de la Sra. White (madre de Carrie) encontramos presentes algunos de esos factores: El desempleo ya que se dedica plenamente a la iglesia, el aislamiento social o la falta de redes o apoyo, ya que todo el vecindario la evita y no cuenta con ninguna amiga. El hecho de que la mujer no desarrolle una autorrealización plena puede incrementar la obcecación hacía sus hijos, ya que la crianza de los mismos es la única tarea que puede darle una satisfacción futura de trabajo bien hecho, por ello, muchas de las maltratadoras se acaban convenciendo de que los hijos les pertenecen y tienen derecho sobre ellos. Dicha obsesión provoca además que cualquier acto que moleste o no sea acorde a los principios de la madre, sea visto por ésta como un ataque personal. Acaban viendo a sus hijos como enemigos. En este caso, vemos claramente que el perfil de la madre es de una mujer con baja tolerancia a la frustración, ya que el maltrato se incrementa y se vuelve crónico desde que el marido la abandona por otra mujer. Tiene expresiones inadecuadas de ira como refleja el episodio en el que Carrie es encerrada y castigada por haber tenido la menstruación [la madre lee un trozo de la Biblia en el que se explica que la regla es una expresión del castigo que dios impuso a la mujer por el pecado de Eva] Todo ello son caracteres tipicos de la persona que ejerce violencia en el seno familiar. De igual manera, esa pasión ultracatólica nos hace evidenciar que se da un factor más de riesgo, propio de la mujer maltratadora: La gran parte de ellas aprendieron y creen que el castigo y la violencia son formas adecuadas y a veces las únicas para enseñar a sus hijos. Además, existe una notable correlación entre la infelicidad y la baja autoestima, con el maltrato de los hijos. Esto es claramente evidente en el libro, cuando la madre relata la experiencia con su marido el cual la dejó embarazada y la abandonó.

Violencia entre iguales

El bullying es el eje principal de la novela y es el tipo de violencia en la que más se profundiza. Este tipo de violencia se caracteriza y diferencia del resto, por ser una violencia ejercida entre iguales. Para entender la causa de esta tipología, deberemos centrarnos en los agresores y sus características. Son personas impulsivas, con escasas habilidades sociales, con baja tolerancia a la frustración, con dificultad para cumplir normas, les cuesta hacer autocrítica y tienen relaciones negativas con los adultos, así como un bajo rendimiento. Además, en cuanto a sus relaciones familiares, suele destacar la ausencia de relación afectiva cálida y segura por parte de los padres, una desatención generalizada para enseñar a respetar los límites así como una permisividad ante conductas antisociales, explicación acorde con la teoría de los vínculos sociales de Hirschi. Si nos fijamos en Chris, la agresora principal de la novela, podemos observar fácilmente la mayoría de esas características. A modo de ejemplo, vemos como Chris, siempre está en constante rebeldía (dificultad para cumplir normlas, bajo rendimiento…) Al ser expulsada del baile es cuando perfecciona el plan letal (baja tolerancia a la frustración) y también se nos hacen referencias a la poca atención recibida por sus adinerados padres que le consienten todo lo que quiere y ejercen un nulo control de su conducta.
Además, se hace constante referencia durante todo el libro a la complicidad del resto de alumnos y al efecto sinérgico que provoca la humillación ante el resto de espectadores que restan impasibles.  Este es un elemento característico de este tipo de violencia. Tanto los meros espectadores, como el grupo que incentiva los actos del acosador y los valida, conforman junto al agresor y al agredido el denominado “triángulo del bullying”. Esto incrementa el daño psicológico en la víctima a la vez que refuerza la actuación del abusador ocultando su sentimiento de inferioridad interno.
Por otra parte, este tipo de violencia instrumental ejercida por el acosador, tiene un especial efecto perjudicial en la víctima. Fundamentalmente se debe a la edad en la que se produce, y por quienes son los agresores. En la adolescencia, el sistema cognitivo y emocional todavía está formándose; ello comporta que la mayoría de jóvenes no tenga aún unos buenos mecanismos de control emocional que les permitan canalizar el acoso y reponerse del mismo. Ese daño y encierro psicológico es acentuado cuando los autores son tus iguales, es decir, las personas con las que compartes el mismo momento vital como es la adolescencia y con los que te relacionas. Además, en el caso de Carrie se le suma su pésima situación familiar y pese a que podemos observar en ella cierta resilencia durante toda la historia, el duro acontecimiento que ocurre en el baile lleva a que se produzca una de las consecuencias que el bullying puede desencadenar y que se explica a continuación, que el acosado se convierta en acosador.

Asesinato en masa

El final de la novela se centra en la masacre que Carrie, gracias a sus poderes, efectúa en todo el colegio y posteriormente en el pueblo. Se trata de una violencia reactiva en contraposición a la instrumental, como lo es la ejercida por la madre y los alumnos. Como perfil básico, los asesinos en masa suelen ser personas solitarias, que se sienten aislados y tienen fuertes sentimientos de negatividad y resentimiento. Este encierro psicológico los hace vulnerables a que una situación aguda de estrés actúe como detonante. Si a la vez se dispone de la oportunidad, como por ejemplo tener acceso a armas, acabarán desatando su ira sobre los que considere enemigos o causantes de su mal estado anímico. Parece bastante aproximado a lo que ocurre con Carrie. El vivir una situación de aislamiento y maltrato, tanto de su madre como de sus compañeros, ya la coloca en esa situación anómica propio de este tipo de violencia. El detonante es en este caso, lo acontecido en el baile del instituto: Se siente acorralada, humillada en el momento menos esperado y además ve como muere el chico del que se está enamorando. La oportunidad la tiene en cuanto a que posee telequinesia; este hecho no es más que una metáfora que Stephen King, como autor de terror i ficción, utiliza; pero se podía haber narrado una historia similar con cualquier tipo de arma u oportunidad para masacrar al pueblo. Esta explosión de ira, que provoca la tensión acumulada y la situación anómica del asesino, es claro por cuanto a que muchas veces los autores acaban suicidándose. Además los pocos asesinos que han podido ser atrapados, parecen no recordar claramente el evento, elemento característico de la enajenación. 
Por otro lado, aunque el principal problema para el análisis de este tipo de violencia está en la multiplicidad de motivos por los que se efectúa, podemos ver, en base a la cantidad de casos que han habido, que en situaciones de bullying, una respuesta como la de Carrie no es inhabitual. En la mayoría de asesinatos en institutos, vemos que detrás existía una situación de acoso físico y/o psicológico del autor de la matanza por parte del resto de alumnos. La masacre de Columbine, el asesinato en masa de la escuela de secundaria de Jefferson County o el caso de Rafael Solich de tan solo 15 años en 2004 en un Instituto de Argentina, son ejemplos análogos a lo que King cuenta en su novela.

En definitiva, Carrie es un libro digno de ser leído ya que cuenta una historia de ficción que en ocasiones hemos  visto en la vida real. Entenderlos no los justifica, pero nos da una visión desde la que podemos empezar a buscar verdaderas y efectivas soluciones. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

El impacto criminal de la crisis financiera


Estamos viviendo días de recesión económica, la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial y, aunque muchos ya lo puedan adivinar, esto está provocando un empobrecimiento paulatino de todos los estratos sociales y en consecuencia causando un impacto en la criminalidad. Veamos que tiene que decir la ciencia criminológica al respecto.




En primer lugar se ha de tener en cuenta que los niveles de desigualdad representan uno de los factores más importantes asociados a las tasas de criminalidad en las ciudades. En su mayoría, los estudios que encontramos al respecto han puesto en relieve la gran relación de causa-efecto que hay entre los niveles de desigualdad económica y los delitos contra la propiedad. Éstos determinan que los delitos contra la propiedad aumentan durante las recesiones económicas y disminuyen a la par que la economía mejora. Hasta aquí todo correcto. Los datos solo nos muestran lo que el mundo, sin ser docto en nada, puede llegar a intuir.  Pero hay una serie de matizaciones y otro tipo de efectos que deben explicarse.


Existe una serie de grupos vulnerables a los que el mercado laboral trata con más virulencia, hablamos de las mujeres, los inmigrantes y los jóvenes, en base a diferentes análisis se cree que si la recesión continúa se producirá un aumento de la victimización. Ya a día de hoy podríamos casi adivinar una victimización generalizada de casi todas las categorías sociales.  

Analizando el factor femenino se observa la posibilidad que las tasas de homicidios de mujeres pueden aumentar con el desempleo. Hay algunas pruebas que lo evidencian de la forma siguiente. El desempleo es motivo de ansiedad y crispación motivo por el cual se puede incrementar la facilidad de que surja mas violencia doméstica a la que ya existe, pero además que las mujeres se vuelvan económicamente dependientes del marido puede hacer aumentar su exposición a dicha violencia. Ejemplo de esta posible tendencia lo da el informe elaborado por Reino Unido en el 2009 donde se observa un ligero aumento de la violencia doméstica en el último año.

Del mismo modo se prevé que la crisis económica también habilite más oportunidades para la delincuencia organizada. Los inmigrantes, sobretodo los indocumentados, al estar en mayores situaciones de precariedad, se convierten potencialmente en carne de cañón para su explotación tanto laboral como sexual, siendo a su vez mujeres y niños, los más vulnerables a ser víctimas de tráfico humano. De igual manera las organizaciones criminales pueden encontrar con mas facilidad peones en todo el perímetro nacional de entre los jóvenes en riesgo de exclusión, que no tienen más futuro que el ofrecido desde cualquier mafia sin escrúpulos que usa la miseria como una fuente de enriquecimiento más.  

                                      Gomorra de Mateo Garrone
Los últimos datos oficiales (Noviembre del 2012) por parte del Ministerio del Interior reflejan un descenso de los delitos y faltas del 1,6%, dato que no nos ha de extrañar ya que la delincuencia en nuestro país tiende a mantenerse/disminuir cada año, pese a que la información basura de los medios de comunicación haga percibir lo contrario. Pero corroborando lo expuesto aquí, los datos también reflejan que, pese a existir menos delitos, se ha producido un aumento considerable (24,5%) de los robos con fuerza en el domicilio.

La solución a este problema la vienen exponiendo múltiples organismos internacionales al demandar que se aumenten los mecanismos de protección social, de creación de empleo y de adquisición de habilidades y formación. Ya en 2010 se decía desde el Informe Internacional de la Prevención haciendo un llamamiento a los países para que llevasen a cabo estrategias de prevención del delito que permitieran evitar la necesidad de llevar a cabo las costosas intervenciones de justicia penal. Es fundamental centrarse en fortalecer la prevención del delito y la protección social, así como el apoyo específico a los grupos vulnerables. Medidas para ayudar económicamente,  planes para obtener un empleo seguro y medidas preventivas en las zonas de la ciudad con alta criminalidad son las únicas que pueden aumentar la capacidad de recuperación de las comunidades e individuos. Propuestas y medidas criminológicas que son abatidas con la letal indiferencia de los poderes públicos, de éste y resto de países; provocando el mantenimiento de una constante y prologada decadencia de la que no será fácil salir. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

El factor de la invulnerabilidad


¿Por qué fumamos cuando sabemos que es una de las principales causa de cáncer? ¿Qué lleva a la gente a practicar relaciones sexuales sin protección aún sabiendo la posibilidad de embarazo o ETS? ¿Cómo se explica que a día de hoy se sigan produciendo tantos accidentes de tráfico pese a que existan medidas preventivas de información y control?  La correcta respuesta comportaría una explicación extensa en la que se desgranasen los múltiples  factores que intervienen en la psicología humana, y que llevan a las personas a asumir todo tipo de riesgos. Sin embargo, existe un mínimo común denominador aplicable a éstas y otras cuestiones con idéntica raíz, es la llamada Invulnerabilidad Cognitiva.


En psicología se conoce así a una de las distorsiones cognitivas que se dan a la hora de procesar la información que nos rodea. Ésta no es otra cosa que lo que conocemos coloquialmente como el “a mi eso no me pasa”, es decir, la falsa creencia de que somos invulnerables a los riesgos del mundo, la tendencia a percibir que se tienen menos probabilidades, que el resto, a que ocurran acontecimientos negativos. El efecto de este sesgo puede ser potenciado o disminuido según la personalidad, experiencia o circunstancias concretas de la persona. Tanto el estado de consciencia como la capacidad de autoestima son fundamentales a la hora de alimentar o retraer la distorsión. Cuanto más consciente se es de la realidad y de los riesgos que se asumen con cada acto, menor es el sentimiento de invulnerabilidad. Igualmente la visión que tengamos de nosotros mismos, y como nos valoremos, hará que seamos más propensos a incurrir en riesgos, o por el contrario, que tendamos a evitarlos. Además es básico analizar el tipo de beneficio que se obtiene como contraprestación del riesgo. Por ejemplo, el intento de concienciar mediante advertencias en las cajetillas sobre el peligro de cáncer, que el tabaco provoca a largo plazo, nada tiene que hacer con la satisfacción instantánea, adictiva y placentera que da fumar un cigarrillo después de las comidas. La misma ineficacia que tienen las advertencias medioambientales para las grandes empresas que, con tal de hacer dinero, poco les importa la contaminación que emitan. Aunque en éste último ejemplo el problema de base es que sale más barato pagar la multa, si un día se lía parda, que producir sin contaminar.


Este sesgo optimista de las personas a la hora de valorar si exponerse a un riesgo nos interesa como criminólogos. Principalmente porque explica una pequeña parte de la conducta humana y nos da claves en nuestro terreno de estudio y análisis. Encontramos esta distorsión en los llamados delitos de riesgo y es un factor que forma parte de la explicación del delito, pero también interesa desde el análisis de las medidas preventivas que se tomen. Un ejemplo claro sobre esto último es la evolución que han sufrido las explícitas y agresivas advertencias por parte de la DGT. A fin de intentar poner en consciencia al conductor no se limita a emitir anuncios en televisión. Éstos simplemente conciencian en el sofá pero, una vez se está al volante, la distorsión hace apretar el acelerador, no parar a descansar, o no privarse de la cerveza en el área de servicio. Por ello se optó por advertir mediante anuncios en plena carretera o directamente vetar la compra de alcohol o el límite de velocidad. Además, sabiendo que este tipo de distorsiones son difíciles de tratar de un modo general, no es extraño que las campañas vayan dirigidas a personas cercanas al conductor para que sean ellos los que actúen como control informal.  Sin embargo parece que la eficacia solo será posible cuando los automóviles se vuelvan tan tecnológicamente inteligentes que sean capaces de controlar los errores humanos: Coches que no dejen conducirlos si no se supera un test de alcoholemia, o que frenen al detectar otro coche a poca distancia. 




La seguridad vial y el resto de referencias casuísticas tan solo son unos pocos ejemplos entre los muchos que interviene esta distorsión y de la que nadie se libra. Así que reto al lector a detectar en su día a día ejemplos tales como cuando no se apaga el móvil en el avión por pereza, cuando decidimos prescindir del cinturón o casco por comodidad o cuando vemos que el director de una discoteca no toma las medidas de seguridad apropiadas para ahorrarse los miles de euros que valen. En cada caso el razonamiento del infractor acaba conteniendo ese factor de invulnerabilidad. Y ahora, que conoces  de que se trata, ¿cuántos eres capaz de ver?